El ying y el yang micológico

 

El pasado sábado día 28 de julio durante la habitual ronda de reconocimiento matutina, dentro del estudio micológico que llevamos realizando en el Jardín Botánico de Gijón en busca de nuevas especies, los incondicionales estudiosos de la SAM, a saber; Juán, Ricardo, Mª de la Paz y Paco, se dieron de bruces con dos de las especies más significativas del género Amanita, y por qué no, del reino fungi. Hablamos de la mortal Amanita phalloides y la exquisita Amanita caesarea, el ying y el yang de la micología, compartiendo hábitat y a escasos metros de distancia la una de la otra.

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Como se aprecia en la foto el color es lo primero que nos llama la atención. El característico color verde oliva de la Amanita phalloides, ese veteado radial, que también presentan los inocybes, volva en forma de saco blanca y láminas también blancas son los rasgos más importantes a la hora de identificar esta especie. No está de más recordar, que aunque es tóxica para los humanos, no lo es para muchos otros seres vivos y deberemos de valorar la función ecológica que realiza dentro de su hábitat, por lo que nos abstendremos de destruirlas. Siempre hay gente que cree que hace bien en exterminarlas, de la misma manera que creen que matando todo aquello que tiene forma de «culiebra» realizan una obra de voluntariado social.

Volviendo a lo que nos ocupa, la compañera de género, la Amanita caesarea destaca por su sombrero anaranjado, su volva también sacciforme y su carne entre pálida ó amarillenta y láminas también amarillas.

Ni que decir tiene que el número de seguidores de la segunda es significativamente superior a los de la primera, por su apreciado valor culinario, que por otra parte, como todo en este mundo de las sentidos, es del color del cristal con que se mira o quizá mejor aún de la maestría del cocinero que las cocine.

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Conserva de Cantharellus en vinagre.

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Aunque esta receta no se ajusta al concepto de “encurtido” propiamente dicho, si que se le parece bastante y además  tiene la misma  finalidad; la conservación de setas mediante su inmersión en una sustancia acidificada como es el vino y el vinagre.

El “truco” para conseguir que los microbios de la descomposición no hagan de las suyas, es que las setas queden totalmente cubiertas por el aceite de relleno.

Buen provecho.

Ingredientes 

  • ½ kilo o más de cantharellus.
  • 1 litro de vino blanco afrutado.
  • ½ o 1  vaso de vinagre de manzana.
  • Aceite de oliva virgen, suficiente para cubrir los cantharellus una vez envasados.
  • ½ Cebolla.
  • 1 Zanahoria.
  • Unos granos de pimienta blanca y negra y unos clavos (opcional).
  • Sal.

Forma de hacerlo

Lavadas y limpias las setas.
Echar el vino en una  olla, agregar  la zanahoria, la  cebolla y  las especias. Cocer a fuego lento hasta que el vino quede reducido a la mitad.
Agregar el vinagre, a voluntad,  y darle un hervor.
Agregar las setas y dejarlas cocer durante 10 minutos.
Pasado este tiempo, apagar el fuego y dejar las setas en maceración hasta que enfríen.

Una vez frías, escurrirlas y colocarlas  en tarros, para finalmente  cubrirlas con aceite virgen de  oliva.
Cerrar los tarros herméticamente y no consumir hasta pasados dos meses como mínimo.

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Servirlas como aperitivo, acompañadas de unas buenas rodajas de pan  con el que disfrutar del riquísimo aceite.

Maria de la Paz Súarez.

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La Favolaschia calocera se nacionaliza Asturiana.

Desde que Paco Casero encontrase esta especie el 20 de septiembre de 2006 en el municipio de Gijón, sobre madera de (Cotolla), Ulex europeus, viene siendo habitual su reaparición cuando las condiciones meteorológicas lo permiten.

Originariamente es una especie subtropical citada en Madagascar, Tanzania y Nueva Zelanda, últimamente también en Australia (2005) en esta ultima localización se cree que es una especie invasora, pudiendo desplazar a otras especies de hongos. Suele aparecer en grupos abundantes sobre detritus leñosos de Robinia pseudoacacia y Sambucus nigra.

Para más información consultar este artículo (Favolascia calocera) sobre esta curiosa especie.

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Favolaschia calocera. Foto tomada el día 27 de junio de 2012 por Mª de la Paz Suárez.

 

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